Desde el principio de los tiempos el hombre siempre se ha preocupado por saber y evolucionar: descubrió el fuego, inventó la rueda, creó el alfabeto y el lenguaje, aprendió a leer y a escribir...
Y cuando creyeron que todo había terminado, que ya no se podía saber más, ¡surgieron las nuevas tecnologías!
Los hombres, cual homínidos se sentían reacios ante este avance tan grandioso, ya que no sabían cómo usarlo ni por qué debían aprender.
Tras este nuevo invento fue necesario crear una nueva enseñanza, conocida como alfabetización digital.
La digitalización no es ni más ni menos que saber recoger información, localizarla y organizarla, cosas que ya sabemos hacer, solo que en vez de ser sobre papel, se van a dar sobre las nuevas tecnologías.
Se da por hecho que el ser humano se guía, aparte de por el instinto, por la lógica y va a saber utilizar los componentes externos de un ordenador pero, ¿sabrá utilizar el rico mundo tecnológico que hay en su interior?
Por ello, hay que dar un paso atrás, recordar nuestra infancia, y aprender a leer y escribir en un método más avanzado.
El problema es que nunca vamos a superar la nueva alfabetización porque el mercado tecnológico siempre está en plena renovación. ¿No es cierto que cada vez que aprendemos a usar perfectamente un móvil están sacando otro con un abanico más amplio de aplicaciones?
Toda estas innovaciones y sus correspondientes vacíos de conocimiento se conocen como brecha digital.
Como no va haber un retroceso en el tiempo mundial, todos y cada uno de nosotros debemos ponernos al día en cuanto a las nuevas tecnologías, tanto mayores como niños, porque si ya hay supremacía de las nuevas tecnologías sobre las tradicionales, dentro de unos años no va a haber más opciones que las firmas electrónicas y los sms's, por lo que en todos los colegios ha sido incluída la asignatura de informática para que los niños adquieran una serie de conocimientos básicos y clases gratuitas en los centros culturales para gente de edad más avanzada esté "a la moda".
Abuelitos al ataque
